Instrumento de precisión, digital y electrónico (un reloj cronómetro), que funciona con pilas y que gracias a unos precisos y delicados sensores que se acoplan a una cinta elástica (a su vez se coloca en el pecho a la altura del corazón) es capaz de detectar, contabilizar y registrar las pulsaciones de la persona que lo utiliza. Puede mostrar el pulso por minuto casi de forma instantánea, a través de la pantalla del reloj.
¿Es solo para expertos o también para principiantes?
Muchos todavía piensan que sólo tiene sentido si eres un corredor de alto nivel. Pues no, si eres principiante y sabes cuáles son tus pulsaciones máximas así como tus umbrales verdaderos le puedes sacar mucho partido al aparatito.
¿Cómo? Corriendo dentro de las franjas de pulsaciones coherentes según sea tu objetivo del entrenamiento. Esto te permitirá optimizar –hablamos de aprovechar- mucho más el tiempo que dedicas a tu deporte, así como obtener entre otras, algunas ventajas más:
- Alcanzar objetivos y rendir al máximo
- Conocer tu cuerpo, cuidar tu salud y prevenir de lesiones
«Muchos todavía piensan que sólo tiene sentido si eres un corredor de alto nivel.»
Puedes calcular tu Frecuencia cardiaca máxima con un simple cálculo: 220 – tu edad
Ejemplo: 220 – 31: 189 lat/min (esto es un valor general y orientativo)
Lo ideal es prueba de esfuerzo. Primero por tu salud y segundo para saber de forma veraz valores fundamentales que te servirán para planificar los entrenamientos de forma más efectiva: Frecuencia cardiaca (FC) máxima y umbrales –aeróbico y anaeróbico-.
Estas cifras también te ayudarán a saber que ritmos tienes que potenciar y cuáles debes mejorar, así como tu economía de carrera
Precaución, no hay que obsesionarse
Llevar como compañero de rodaje o carrera al pulsómetro es muy buena idea, pero ojo, hay variables como temperatura, humedad, altitud o deshidratación que hacen que las cifras que nos marca no sean del todo coherentes respecto a nuestra velocidad.
«Una continua obsesión con el pulsómetro podría jugarnos una mala pasada.»
Si somos conscientes que esto es así, perfecto. El amiguito nos puede ayudar mucho, pero no debería ser él quien nos ponga ‘el freno de mano’ sino nuestras sensaciones.
Una continua obsesión con el pulsómetro podría jugarnos una mala pasada.